Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. —Abraham Lincoln
Los que pensaron que con la disolución de la Unión Soviética en 1991 se acabó para siempre la Guerra Fría, se equivocaron. El mito persiste y nutre permanentemente el cerebro de los halcones neoconservadores que no están dispuestos a aceptar el surgimiento de una Rusia nueva cuyo potencial energético la convertiría, según los últimos cálculos, en la primera potencia de Europa para 2050. Esta posibilidad no estaba en los planes de los estrategas norteamericanos, quienes desde la época del asesor de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, estaban preparándose a la disolución de Rusia en tres países independientes. Al ver fracasar su proyecto, lo único que se les ocurrió a los “iluminados”, que se quedaron atrapados en pasado, es hacer resurgir la idea de la Guerra Fría aprovechando cualquier pretexto que se presente.
Ya es bastante conocido que los principales medios de comunicación norteamericanos, al servicio de los halcones neoconservadores, tratan de distraer a la opinión pública del diario fracaso que sufren las fuerzas armadas de la única superpotencia del mundo en Irak y Afganistán. Entonces buscan “nuevos” mitos de peligro para el mundo “civilizado” occidental. Entre estos cuentos que sirve a intereses geoeconómicos de los Estados Unidos, está por ejemplo el supuesto “Eje del Mal” sobre el cual caía todo el peso del aparato propagandístico implicando también en algunos casos intervención militar. Así pasó con la República Federal Yugoslava, después Afganistán e Irak.
Posteriormente apareció el “mito” de Corea del Norte, Irak y Venezuela sin llegar a derramar una gota de sangre. Ahora le toca el turno a Rusia que se atreve a vencer su timidez y complejo de inferioridad histórica que fue implantado en la mente rusa por el sofisticado aparato de propaganda occidental.
Aprovechando una mini crisis jurídica surgida entre el Reino Unido y Rusia por el caso de un asesinato de un ex miembro del servicio secreto ruso (FSB), Alexander Litvinenko, el patriarca de los ideólogos neoconservadores norteamericanos, Richard Pipes declaró que “Rusia se convirtió en un país más peligroso que Osama bin Laden”. Dijo que “hace falta elaborar una táctica de disuasión para Rusia, especialmente en materia económica, similar a la que se utilizó contra la URSS, y prevenir que vuelva a ser una superpotencia”.
La prensa globalizada acogió gustosa la idea de una nueva Guerra Fría porque le sirve al gobierno Bush como justificación para instalar el sistema de escudo antimisil en Polonia y República Checa en la frontera con Rusia. Claro que ninguno de estos ‘iluminados’ ha revisado el contenido del término Guerra Fría. Si lo hubieran hecho, sabrían que este término fue creado en 1947 por el ex editor del “New York World”, B. Swope para crear el pretexto y destruir el socialismo. Es decir una respuesta del capitalismo al socialismo.
La Rusia de hoy ya no es un país socialista sino una nación que abrazó por propia voluntad los valores e ideas capitalistas pagando todas las consecuencias de la transformación socioeconómica e ideológica. Rusia no tiene condiciones ni deseos para competir con Estados Unidos. Lo único que puede hacer, por sus inmensos recursos naturales que superan los de Norteamérica y su potencial humano como herencia socialista, es abrirse espacio en el mercado de energéticos y armamentos que tradicionalmente fueron controlados por los Estados Unidos. Los 17 años del capitalismo la debilitaron enormemente y afectaron la población. Capitalismo ha sido una experiencia difícil para la mayoría del pueblo que se viene diezmando. Por cada 16 que mueren sólo nacen 10. La estatura bajó 1.5 cm. El peso de varones bajó en 16 por ciento, y de las niñas, en 21 por ciento. Uno de cada 5 niños está desnutrido.
En realidad la nueva Guerra Fría es un cuento más y para confirmarlo basta mencionar que el próximo mes Rusia y Estados Unidos harán maniobras militares conjuntas, “The Torgan 2007”, como si fueran unos ejemplares hermanastros. Igualmente, el “sabio” ruso Eugenio Primakov y su alter-ego Henry Kissinger, prominentes miembros del grupo Bilderberg que controla el mundo, están reunidos brindando con vodka y whisky para ‘cranear’ como solucionan y se benefician con el embrollo.
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