5/06/2012

Bilderberg rehabilitado y dispuesto a Dominar el Mundo



Una de la sociedades más secretas del mundo comienza a salir del armario parpadeando y aturdida ante la inclemente luz del día, como un vampiro que, al amanecer, hubiera decidido repentinamente abandonar de una vez por todas su fría y húmeda cripta.

“Amanecer” sería el término acertado. Nunca antes las perspectivas de un único orden mundial fueron tan cercanas y prometedoras. Así que no puede ser una mera coincidencia que el Grupo Bilderberg y su prima-hermana la Comisión Trilateral se encuentren deleitándose sobre tumbonas en los jardines de la respetabilidad pública.

Tengo la absoluta certeza de que estamos presenciando el “calentamiento previo” que nos prepara a todos para un único orden mundial, en el instante mismo en que comienza a palparse el desmoronamiento orquestado de la economía mundial.

Inmediatamente después de los golpes de estado promovidos por Bilderberg/Goldman Sachs/ UE en Grecia e Italia en noviembre, Reuters emitió un comunicado según el cual Bilderberg y la Comisión Trilateral estarían tomando el control de Europa. La Agencia presentaba a la “terrible pareja” como una entidad merecedora de aplausos por haber asumido la responsabilidad de la crisis de la deuda que intentaba acabar con la hegemonía del euro.

Habría que mencionar en este punto que no es un secreto que el director ejecutivo de Reuters, Peter Job, mantiene fuertes vínculos con los grandes magnates del planeta.

(Nota editorial: en realidad es de tal dominio público que se confirma en un documento PDF que se publicó en la web oficial del Departamento de Defensa, en la página 7, bajo el titular “REINO UNIDO”).

Es posible que crean que Job tiene todo el derecho a disfrutar de su tiempo libre como le plazca, y tienen razón. El asunto es que la independencia editorial debe ser objeto de discusión cuando una fuente importante de noticias e información se compromete a mantener el secreto sobre los actos a los que asiste. No estamos a favor de alegaciones extraoficiales que no puedan ser confrontadas, y que deben evitarse, sino de un periodismo honrado y directo.

El contenido de las reuniones del club Bilderberg es estrictamente confidencial, aunque resulta absurdo que los participantes nieguen que el objetivo de estas citas anuales sea influenciar a los gobiernos e instituciones públicas del planeta a actuar de una determinada manera.

Puedo parecer tradicional y, sin embargo, creo que la principal labor de los medios de comunicación es precisamente salvaguardar y nutrir la democracia, presentando los hechos tal como acontecen ante el pueblo. Así que el quid de la cuestión es: ¿deberían participar los medios de comunicación en la toma de decisiones políticas cuando su labor es informar y hacer observaciones sobre los asuntos públicos?

Por supuesto, los grandes magnates de la comunicación siempre han manipulado las cuerdas tras el telón. Randolph Hearst, Lord Beaverbrook, y recientemente el clan Murdoch siempre han tirado sin piedad de las cuerdas del poder, a menudo con alarmantes consecuencias.

El hecho de que periodistas, que creen ejercer como tales, se conviertan en cómplices o profesionales de esta farsa (como en el caso del escándalo de las escuchas telefónicas de Murdoch, por ejemplo) es por supuesto una debilidad humana, pero sigue siendo incorrecto.

La particularidad de los medios de comunicación agrupados en torno al Grupo Bilderberg radica en la estrategia para proporcionar una imagen más transparente de una organización que, a todas luces, no busca soluciones democráticas.

Wikipedia anuncia con alegría que el nuevo duce italiano, Mario Monti, es un miembro de la directiva del Grupo Bilderberg, director europeo de la Comisión Trilateral y antiguo asesor de Goldman Sachs.

Y lo anuncia con la indiferencia del que sugiere que tan merecidas credenciales le hacen idóneo para el papel de primer gobernante europeo no electo, desde el golpe de estado de los coroneles griegos neofascistas hace 35 años (como ocurre con Loukas Papademos, el actual Gauleiter de Grecia). Aunque, al menos, Monti cuenta con ministros civiles que funcionan como una “cortina de humo” que, una vez descorrida, muestra lo que realmente es una Junta.

Consulten Wikipedia y descubrirán que Monti es un miembro activo del gran carrusel bancario- la Federal Reserve de Boston, el Partenón financiero de Grecia y vicepresidente del Banco Central Europeo, cargo que ocupó durante ocho años y dos legislaturas.

Un trabajador honrado y sincero, ¿verdad?

Si analizamos una entrada al gobierno similar nos encontraremos, agazapado en un rincón, al viejo Trilateralista (desde 1998) causante de la crisis de la deuda griega. Nos referimos ni más ni menos que a Papademos, el encargado en el Banco Central de encabezar las negociaciones que introdujeron a Grecia a trompicones en la Eurozona en el año 2000. Esta fue la estafa legendaria de Goldman Sachs y JP Morgan en la operación de falsificación de los libros de contabilidad, que luego se consolidó como origen de la crisis actual en Grecia.

Como los arrebatos de un pobre loco encerrado en el ático, es imposible ocultar las sospechas sobre las verdaderas intenciones de los Bilderberg. Siempre se arma un gran escándalo cuando el pobre viejo comienza a vociferar por la ventana, justo en el instante en que aparecen los primeros invitados de una apacible barbacoa de domingo por la tarde.

Y a partir de ahí la especulación dio lugar al florecimiento de todo tipo de tramas conspiratorias, especialmente gracias a la aparición de internet y del nuevo periodismo libre y sin censura.

Con los años, las opiniones oscilaban entre las de aquellos que rechazaban que Bilderberg tuviera una estructura concreta, y las denuncias de ciertos sectores críticos y algún entrometido que se irguieron como fanáticos de los OVNIS, satanistas y otras joyas varias que bien debieran haber permanecido encerradas en un psiquiátrico por su propio bien.

Y en cierto modo todo esto resultaba inevitable teniendo en cuenta que lo que Bilderberg representa, una trama secreta creada por una incestuosa elite de poder con afán de dominar el mundo, parecía un mero producto de la fantasía.

El desmoronamiento de la economía mundial en 2008 modificó sustancialmente la imagen del clan.

Durante unos cuantos años, una pequeña cuadrilla de apasionados y consagrados admiradores, los denominados Bildwatchers (“los Bildobservadores”), se molestaron en acudir a las citas anuales con el objetivo de identificar a personajes ilustres.

La mayoría fueron totalmente ignorados, de la misma manera que los principales medios de comunicación ignoraron la caravana anual de los Bilderberg, o presentaban la asamblea anual como una inofensiva fiestecilla dehombres de estado y empresarios con nada mejor que hacer.

Los pocos que intentaron colarse sin invitación o interceptar comunicados sobre lo que acontecía en el interior fueron agredidos por la policía y los agentes de seguridad, que habían adaptado rápidamente las tácticas intimidatorias empleadas en las cumbres del G20. Ninguna autoridad superior fue procesada por los hechos.

Y llego el momento Obama en junio de 2008.

Hasta entonces los directivos y los miembros del Grupo Bilderberg podían ocultarse tras descabelladas teorías de conspiración que les proporcionaban cierta seguridad.

El 6 de junio, durante unas pocas horas, y con el estruendo de los aplausos retumbando aún en su cabeza, Obama abandonó discretamente la campaña electoral para acudir a una reunión secreta con miembros clave del clan, al margen de la reunión principal que se mantenía paralelamente entre el 5 y 8 de junio en Chantilly, en las afueras de Washington.

Junto a él, Hillary Clinton, también miembro de la conferencia.

Lo que sucedió después tuvo repercusión en la red pero no en los medios dominantes; e incluso, entre la comunidad virtual, persistía una cierta incredulidad sobre el complot de dominio mundial que circulaba en torno al posible futuro presidente de EEUU.

Existió una sincronización curiosa. Parece una mera coincidencia que la cita de los magnates de Bilderberg se produjera en EEUU, tan convenientemente próxima a Washington, y que al igual que la Convención Demócrata cerrara sus filas en torno a Obama, su favorito.

Y surgió una teoría a partir de una información privilegiada que pretendía minimizar el alboroto causado por la idea de que Obama fuera un títere al que se le había proporcionado un listado de miembros de la conferencia para rellenar su gobierno.

Desde esta posición se aseguraba que sería tremendamente difícil encontrar una administración que no fuera un hervidero de miembros del selecto club o de otras comisiones similares como el Consejo de Asuntos Exteriores o la Comisión Trilateral.

Desde entonces fue prácticamente imposible no pensar en Obama como el presidente-mascota de Bilderberg, ya que los nombramientos clave de la nueva administración fueron prominentes Bilderbergers. Y aún así, había más.

Después de Chantilly, Clinton se sintió vapuleada. Abandonó la reunión secreta mantenida en la residencia de uno de los principales miembros del Grupo a sabiendas de que Joe Biden, y no ella, sería nominado candidato a la vicepresidencia, al contrario de lo que había estado insinuando Obama.

Como compensación, le ofrecieron la cama de clavos del Departamento de Estado.

Tras esa terrible humillación efectuada por los suyos, Clinton nunca volvió a recuperar la compostura y siempre se sintió incomoda.

Número dos en la lista de candidatos y simultáneamente en la vicepresidencia, los Bilderberg temieron que Clinton eclipsara a Obama con ese carácter reticente que podría haber dado lugar a muchos problemas a la hora de asimilar documentos e información y mostrar un latente autismo.

En cualquier caso, los Bilderberg demostraban una vez más las habilidades de que disponían para salirse con la suya.

En el año 2009 sucedió algo extraño. Bilderberg comenzó a popularizarse. Muchos periodistas acudieron a la sociedad secreta como moscas a la suciedad. Los periódicos comenzaron a encabezar sus artículos con fotos de los príncipes del universo llegando en sus lujosos vehículos al último hotel de cinco estrellas elegido para la cita anual.

Se extendieron los artículos y se multiplicaron las emisiones.

Bilderberg había entrado en la era de la popularidad y allí permanecería. La cuestión es ¿por qué?

Por supuesto factores importantes fueron el declive de Clinton y la ascensión vertiginosa a la Casa Blanca de un candidato negro con un pasado musulmán y completamente desconocido hasta hacia unos meses.

Vayamos al grano: Bilderberg podía hacer y deshacer presidentes de EEUU.

Hablando de deshacer, existe un precedente elegido por los Bilderberg, Jimmy Carter, más tarde apartado del poder bruscamente y sustituido por Ronald Reagan, al demostrar no estar a la altura tras sus primeros cuatro años de mandato.

Margaret Thatcher era también una perfecta desconocida hasta acudir a la reunión mantenida en Turquía en 1975. Desde ese instante, su ascenso al poder fue meteórico.

Tony Blair estaba destinado a sonreír a la fama y la fortuna en su camino hacia Downing Street después de demostrar sus habilidades con… los cubiertos y un cóctel de camarones en el cónclave de 1993 celebrado en Atenas.

Al año siguiente, en Mayo de 1994, el líder laborista no perteneciente al Grupo, John Smith, murió de forma imprevista aunque oportuna (un infarto) durante una caminata por la montaña escocesa.

Blair, un izquierdista y agitador anti europeísta y músico en una banda de rock (Ugly Rumours), fue elegido para ocupar su lugar sólo ocho semanas después. La prensa británica se encargó de transformar a un abogado de izquierdas de extraña mirada fija en una estrella de rock (“de roca”) política.

El momento Obama permitió que se filtraran a la prensa dominante las perspectivas sobre el Club.

¿Quiénes eran esos irresistibles y poderosos hombres y mujeres que, con solo el chasquido de sus dedos, podían hacer temblar el mundo?

Al parecer, sólo honrados aristócratas con la necesidad imperiosa de reunirse para discutir sobre los graves conflictos de actualidad, sin causar daño alguno y siempre con buenas intenciones, afirma John Micklethwhite, un miembro Bilderberg y jefe editorial de la puritana y mundialista publicación “The Economist”, en una tranquilizadora editorial publicada en enero del año pasado.

En una rebuscada entrevista, pipa en mano, con el sosegado conde Etienne Davignon, – un acaudalado plutócrata belga, padrino de la UE y príncipe heredero de la dinastía Bilderberg, quedó al descubierto que se trataba de una familia donde los peces gordos podían expresarse abiertamente “sin preocuparse de la repercusión mediática de sus comentarios”.

¿Como en los cables de Reuters, por ejemplo? “No se preocupe” (“no worries”), como dicen en Australia cuando se solicita el mas mínimo servicio.

Como hemos indicado anteriormente, Peter Job, director ejecutivo de Reuters, es un “invitado” muy respetable, y no es el único entre todos los intelectualoides y escritorzuelos.

Después de todo, no es sólo de sentido común dentro de la profesión de Relaciones Públicas que la mejor técnica, si quieres controlar el mensaje, es invitar a tu enemigo a cenar en tu propia mesa.

La lista de propietarios de grupos mediáticos, de redactores jefe y periodistas que ha asistido a estas reuniones durante años incluye, aparte de a “The Economist” a los siguientes: “The Washington Post”, “US News and World report”, “The Observer” (la hermana de The Guardian con sede en Londres), a Conrad Black, magnate mediático canadiense (antes de su ingreso en la prisión), al “New York Times”, la “CBS”, “ABC”, “BBC”, a Rupert Murdoch, al “Wall Street Journal”, “Financial Times”, “Die Zeit”, el “ London Times” y “Le Figaro”, entre otros.

La conferencia del 2011 en San Moritz se caracterizó por la presencia de invitados de grupos mediáticos de Austria, Países Bajos y Finlandia.

“The Economist”, por ejemplo, suele enviar a dos redactores jefes como periodistas, es decir al director y el coordinador de la sección política del periódico.

Así descubrimos que el sistema de información corporativa no es más que una caja de resonancia enorme, haciéndose eco de las conclusiones y decisiones de los intereses de un comité formado por una la élite incestuosa y auto-referencial. Según la famosa frase de Marshall McLuhan, aquí está la prueba fehaciente de que ”el medio es el mensaje”.

Charlie Skelton, un columnista del londinense “Guardian”, es uno de los excomulgados, no digno de invitación formal.

Él es el ”punk”, siempre en desacuerdo y confinado al margen. Es, en definitiva, el tipo que no duda en lanzar medio ladrillo contra la ventana del director.

He aquí un ejemplo: “Estoy indignado con el poder doblegado ante la voluntad de unos pocos. He tenido este poder ante los ojos durante tres días y huele tremendamente mal. No me importa si el grupo Bilderberg está planeando salvar el mundo o echarlo en una licuadora y beberse el zumo, no creo que la política deba llevarse a cabo de esta manera. ”

Bueno saberlo, sólo que Bilderberg no tiene ni tuvo nunca nada que ver realmente con esa actividad mundana e inútil denominada política.

Mario Monti, un popular gladiador dentro del Club y actual gobernante no electo de Italia, ha declarado siempre que su posición es firmemente contraria al partidismo político.

Del mismo modo, Charlie Skelton desvela la incómoda verdad de que el grupo mediático que compra su trabajo también ha tenido representación en Bilderberg previamente.

Más aun, todos están perfectamente informados de lo que es Fleet Street (sede de la prensa británica hasta los años 80., aunque la última agencia de noticias británica, Reuters, marchaba en 2005) y son conscientes de las estrechos y sólidos vínculos entre el “Guardian” y los servicios de inteligencia británicos (y de otros órganos vitales de la prensa británica, como el grupo Murdoch y la BBC).

Entonces, ¿por qué nuestro Charlie gasta tanto en atacar a los Bilderberg? Es muy sencillo.

Su profesión es escribir textos humorísticos. Que sea consciente o no, la verdad es que el viajar de un lugar a otro en busca de la Caravana Bilderberg le otorga el papel de bufón de la corte que transforma los asuntos serios en carcajadas.

No obstante, tras la conferencia que tuvo lugar en la encantadora localidad catalana de Sitges en 2009, su columna incluía este interesante comentario: “Sería conveniente que la relación entre los Bilderberg y el mundo fuera más suave- si se mostrase un lado más amable, en vez del cañón de un arma.”

A mi juicio, se siente el inconfundible olor del mundo editorial. Lo digo porque estoy seguro de que, detrás de las comedidas observaciones acerca del Grupo Bilderberg, hay una estudiada estrategia de marketing, que tiene más que ver precisamente con la arrogancia, e incluso con la insolencia de engreídas élites distantes y con afán de exhibicionismo, directivos, administradores e ideólogos, que con políticos sobornados y obsesionados consigo mismos.

Esto es precisamente los que Mario Monti está predicando a los italianos en este momento: Quieras o no un gobierno mundial, somos uno y tendrás que someterte. Queremos que nos quieras, incluso aunque estemos forjando las cadenas que acabaran con todos esas libertades superfluas.

¿UN mundo feliz? Sí, Aldous Huxley utilizó prácticamente las mismas palabras;

“Y éste –intervino el director sentenciosamente-, éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento tiende a esto: lograr que la gente ame su inevitable destino social”.

El monte Bilderberg extiende su sombra sobre las instituciones de la UE y de tres de sus estados miembros: Grecia, España e Italia. Estos tres estados pueden definirse ahora como colonias Bilderberg. Los Bilderberg están en poder de Alemania, Reino Unido, Francia, Polonia, Hungría, Dinamarca, Países Bajos y, entre los estados no miembros, de Suiza.

La montaña sagrada ha controlado Washington durante años, en alianza con la Comisión Trilateral y el Consejo de Relaciones Exteriores (además de mencionar a una importante sucursal, e Instituto American Enterprise).

Ahí se encuentran Wall Street, la City de Londres y el Banco Central Europeo. El FMI, el Banco Mundial, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), la UNESCO, la ONU y la OTAN.

Y todos unidos marcan el camino directo del paternalismo mundialista.

El cable publicado por Reuters en noviembre fue oportuno y significativo porque revelaba hasta qué punto los grandes medios de comunicación han tenido conocimiento de las actividades del Grupo Bilderberg y hasta qué punto se han convertido en sus lacayos durante el último lustro.

Sin embargo nada triunfa tanto como el éxito y la turbulenta, ingobernable y apasionada Italia está ahora bajo control del monarca Bilderberg, Mario Monti.

Si creen que menciono obsesivamente a este caballero, no se lo voy a negar, porque les aviso, es un modelo para el porvenir.

Monti se presenta ahora como un baluarte de calma y serenidad en el alborotado, áspero y desordenado panorama político italiano.

No parece una persona demasiado cuidadosa, sino más bien alguien perseverante. He aquí el Bilderberg de rostro humano, el tecno-dictador prometido en toda Europa.

La sobrecogedora perspicacia con que los mundialistas han conseguido desbancar al gobierno italiano electo, en plena crisis de la deuda italiana, es una demostración más del poder que han acumulado en sus manos.

Monti incluso se atrevió a asegurar que el suyo era “un sólido gobierno sin conflictos de interés”

Si no lo son el Grupo Bilderberg, ni la Comisión Trilateral, ni Golden Sachs, ¿entonces?

¿Tampoco lo son el que el director de un corrupto banco italiano albergue expectativas de que Frankfurt vaya a rescatarle mientras sea ministro?

¿Ni siquiera el que un almirante responsable de defensa, que un militar a cargo del ejercito esté por primera vez al mando desde los tiempos de Mussolini?

¿O que quizás la confirmación de compra efectuada por el nuevo gobierno de 131 cazabombarderos Lockheed Martin (JSF) por 13 billones de euros se lleve a cabo cuando el país está supuestamente en bancarrota?

Hasta ahora, los italianos parecen contentos con lo que hay, sin embargo el tiempo dirá. Por ahora se encuentran en un estado de shock que ha demostrado que deshacerse del cretino de Berlusconi era posible.

Como guía para un futuro incierto sería conveniente mencionar lo que escribió el economista y filosofo Friedrich August Hayek, autor del “Camino de Servidumbre”, sobre el tema de las oligarquías; “la probabilidad de que a los que detentan el poder les desagrade la posesión y el ejercicio del poder es igual a la probabilidad de que una persona extremadanamente generosa se convierta en cruel capataz de una plantación esclavista”.

Richard Cottrell
End The Lie
(Traducido para Tlaxcala.org por Ainara Makalilo)
http://sleepwalkings.wordpress.com/2012/01/04/bilderberg-rehabilitado-y-dispuesto-a-dominar-el-mundo/
 
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