Bilderberg rehabilitado y dispuesto a Dominar el Mundo
Una de la
sociedades más secretas del mundo comienza a salir del armario
parpadeando y aturdida ante la inclemente luz del día, como un vampiro
que, al amanecer, hubiera decidido repentinamente abandonar de una vez
por todas su fría y húmeda cripta.
“Amanecer” sería el término
acertado. Nunca antes las perspectivas de un único orden mundial fueron
tan cercanas y prometedoras. Así que no puede ser una mera coincidencia
que el Grupo Bilderberg y su prima-hermana la Comisión Trilateral se
encuentren deleitándose sobre tumbonas en los jardines de la
respetabilidad pública.
Tengo la absoluta certeza de que
estamos presenciando el “calentamiento previo” que nos prepara a todos
para un único orden mundial, en el instante mismo en que comienza a
palparse el desmoronamiento orquestado de la economía mundial.
Inmediatamente después de los
golpes de estado promovidos por Bilderberg/Goldman Sachs/ UE en Grecia e
Italia en noviembre, Reuters emitió un comunicado según el cual
Bilderberg y la Comisión Trilateral estarían tomando el control de
Europa. La Agencia presentaba a la “terrible pareja” como una entidad
merecedora de aplausos por haber asumido la responsabilidad de la crisis
de la deuda que intentaba acabar con la hegemonía del euro.
Habría que mencionar en este
punto que no es un secreto que el director ejecutivo de Reuters, Peter
Job, mantiene fuertes vínculos con los grandes magnates del planeta.
(Nota editorial: en realidad es
de tal dominio público que se confirma en un documento PDF que se
publicó en la web oficial del Departamento de Defensa, en la página 7,
bajo el titular “REINO UNIDO”).
Es posible que crean que Job
tiene todo el derecho a disfrutar de su tiempo libre como le plazca, y
tienen razón. El asunto es que la independencia editorial debe ser
objeto de discusión cuando una fuente importante de noticias e
información se compromete a mantener el secreto sobre los actos a los
que asiste. No estamos a favor de alegaciones extraoficiales que no
puedan ser confrontadas, y que deben evitarse, sino de un periodismo
honrado y directo.
El contenido de las reuniones
del club Bilderberg es estrictamente confidencial, aunque resulta
absurdo que los participantes nieguen que el objetivo de estas citas
anuales sea influenciar a los gobiernos e instituciones públicas del
planeta a actuar de una determinada manera.
Puedo parecer tradicional y,
sin embargo, creo que la principal labor de los medios de comunicación
es precisamente salvaguardar y nutrir la democracia, presentando los
hechos tal como acontecen ante el pueblo. Así que el quid de la cuestión
es: ¿deberían participar los medios de comunicación en la toma de
decisiones políticas cuando su labor es informar y hacer observaciones
sobre los asuntos públicos?
Por supuesto, los grandes
magnates de la comunicación siempre han manipulado las cuerdas tras el
telón. Randolph Hearst, Lord Beaverbrook, y recientemente el clan
Murdoch siempre han tirado sin piedad de las cuerdas del poder, a
menudo con alarmantes consecuencias.
El hecho de que periodistas, que
creen ejercer como tales, se conviertan en cómplices o profesionales de
esta farsa (como en el caso del escándalo de las escuchas telefónicas
de Murdoch, por ejemplo) es por supuesto una debilidad humana, pero
sigue siendo incorrecto.
La particularidad de los medios
de comunicación agrupados en torno al Grupo Bilderberg radica en la
estrategia para proporcionar una imagen más transparente de una
organización que, a todas luces, no busca soluciones democráticas.
Wikipedia anuncia con alegría
que el nuevo duce italiano, Mario Monti, es un miembro de la directiva
del Grupo Bilderberg, director europeo de la Comisión Trilateral y
antiguo asesor de Goldman Sachs.
Y lo anuncia con la indiferencia
del que sugiere que tan merecidas credenciales le hacen idóneo para el
papel de primer gobernante europeo no electo, desde el golpe de estado
de los coroneles griegos neofascistas hace 35 años (como ocurre con
Loukas Papademos, el actual Gauleiter de Grecia). Aunque, al menos,
Monti cuenta con ministros civiles que funcionan como una “cortina de
humo” que, una vez descorrida, muestra lo que realmente es una Junta.
Consulten Wikipedia y
descubrirán que Monti es un miembro activo del gran carrusel bancario-
la Federal Reserve de Boston, el Partenón financiero de Grecia y
vicepresidente del Banco Central Europeo, cargo que ocupó durante ocho
años y dos legislaturas.
Un trabajador honrado y
sincero, ¿verdad?
Si analizamos una entrada al
gobierno similar nos encontraremos, agazapado en un rincón, al viejo
Trilateralista (desde 1998) causante de la crisis de la deuda griega.
Nos referimos ni más ni menos que a Papademos, el encargado en el Banco
Central de encabezar las negociaciones que introdujeron a Grecia a
trompicones en la Eurozona en el año 2000. Esta fue la estafa legendaria
de Goldman Sachs y JP Morgan en la operación de falsificación de los
libros de contabilidad, que luego se consolidó como origen de la crisis
actual en Grecia.
Como los arrebatos de un pobre
loco encerrado en el ático, es imposible ocultar las sospechas sobre las
verdaderas intenciones de los Bilderberg. Siempre se arma un gran
escándalo cuando el pobre viejo comienza a vociferar por la ventana,
justo en el instante en que aparecen los primeros invitados de una
apacible barbacoa de domingo por la tarde.
Y a partir de ahí la
especulación dio lugar al florecimiento de todo tipo de tramas
conspiratorias, especialmente gracias a la aparición de internet y del
nuevo periodismo libre y sin censura.
Con los años, las opiniones
oscilaban entre las de aquellos que rechazaban que Bilderberg tuviera
una estructura concreta, y las denuncias de ciertos sectores críticos y
algún entrometido que se irguieron como fanáticos de los OVNIS,
satanistas y otras joyas varias que bien debieran haber permanecido
encerradas en un psiquiátrico por su propio bien.
Y en cierto modo todo esto
resultaba inevitable teniendo en cuenta que lo que Bilderberg
representa, una trama secreta creada por una incestuosa elite de poder
con afán de dominar el mundo, parecía un mero producto de la fantasía.
El desmoronamiento de la
economía mundial en 2008 modificó sustancialmente la imagen del clan.
Durante unos cuantos años, una
pequeña cuadrilla de apasionados y consagrados admiradores, los
denominados Bildwatchers (“los Bildobservadores”), se molestaron en
acudir a las citas anuales con el objetivo de identificar a personajes
ilustres.
La mayoría fueron totalmente
ignorados, de la misma manera que los principales medios de comunicación
ignoraron la caravana anual de los Bilderberg, o presentaban la
asamblea anual como una inofensiva fiestecilla dehombres de estado y
empresarios con nada mejor que hacer.
Los pocos que intentaron colarse
sin invitación o interceptar comunicados sobre lo que acontecía en el
interior fueron agredidos por la policía y los agentes de seguridad, que
habían adaptado rápidamente las tácticas intimidatorias empleadas en
las cumbres del G20. Ninguna autoridad superior fue procesada por los
hechos.
Y llego el momento Obama en
junio de 2008.
Hasta entonces los directivos y
los miembros del Grupo Bilderberg podían ocultarse tras descabelladas
teorías de conspiración que les proporcionaban cierta seguridad.
El 6 de junio, durante unas
pocas horas, y con el estruendo de los aplausos retumbando aún en su
cabeza, Obama abandonó discretamente la campaña electoral para acudir a
una reunión secreta con miembros clave del clan, al margen de la reunión
principal que se mantenía paralelamente entre el 5 y 8 de junio en
Chantilly, en las afueras de Washington.
Junto a él, Hillary Clinton,
también miembro de la conferencia.
Lo que sucedió después tuvo
repercusión en la red pero no en los medios dominantes; e incluso, entre
la comunidad virtual, persistía una cierta incredulidad sobre el
complot de dominio mundial que circulaba en torno al posible futuro
presidente de EEUU.
Existió una sincronización
curiosa. Parece una mera coincidencia que la cita de los magnates de
Bilderberg se produjera en EEUU, tan convenientemente próxima a
Washington, y que al igual que la Convención Demócrata cerrara sus
filas en torno a Obama, su favorito.
Y surgió una teoría a partir de
una información privilegiada que pretendía minimizar el alboroto causado
por la idea de que Obama fuera un títere al que se le había
proporcionado un listado de miembros de la conferencia para rellenar su
gobierno.
Desde esta posición se aseguraba
que sería tremendamente difícil encontrar una administración que no
fuera un hervidero de miembros del selecto club o de otras comisiones
similares como el Consejo de Asuntos Exteriores o la Comisión
Trilateral.
Desde entonces fue prácticamente
imposible no pensar en Obama como el presidente-mascota de Bilderberg,
ya que los nombramientos clave de la nueva administración fueron
prominentes Bilderbergers. Y aún así, había más.
Después de Chantilly, Clinton se
sintió vapuleada. Abandonó la reunión secreta mantenida en la
residencia de uno de los principales miembros del Grupo a sabiendas de
que Joe Biden, y no ella, sería nominado candidato a la vicepresidencia,
al contrario de lo que había estado insinuando Obama.
Como compensación, le ofrecieron
la cama de clavos del Departamento de Estado.
Tras esa terrible humillación
efectuada por los suyos, Clinton nunca volvió a recuperar la compostura y
siempre se sintió incomoda.
Número dos en la lista de
candidatos y simultáneamente en la vicepresidencia, los Bilderberg
temieron que Clinton eclipsara a Obama con ese carácter reticente que
podría haber dado lugar a muchos problemas a la hora de asimilar
documentos e información y mostrar un latente autismo.
En cualquier caso, los
Bilderberg demostraban una vez más las habilidades de que disponían
para salirse con la suya.
En el año 2009 sucedió algo
extraño. Bilderberg comenzó a popularizarse. Muchos periodistas
acudieron a la sociedad secreta como moscas a la suciedad. Los
periódicos comenzaron a encabezar sus artículos con fotos de los
príncipes del universo llegando en sus lujosos vehículos al último hotel
de cinco estrellas elegido para la cita anual.
Se extendieron los artículos y
se multiplicaron las emisiones.
Bilderberg había entrado en la
era de la popularidad y allí permanecería. La cuestión es ¿por qué?
Por supuesto factores
importantes fueron el declive de Clinton y la ascensión vertiginosa a la
Casa Blanca de un candidato negro con un pasado musulmán y
completamente desconocido hasta hacia unos meses.
Vayamos al grano: Bilderberg
podía hacer y deshacer presidentes de EEUU.
Hablando de deshacer, existe un
precedente elegido por los Bilderberg, Jimmy Carter, más tarde apartado
del poder bruscamente y sustituido por Ronald Reagan, al demostrar no
estar a la altura tras sus primeros cuatro años de mandato.
Margaret Thatcher era también
una perfecta desconocida hasta acudir a la reunión mantenida en Turquía
en 1975. Desde ese instante, su ascenso al poder fue meteórico.
Tony Blair estaba destinado a
sonreír a la fama y la fortuna en su camino hacia Downing Street después
de demostrar sus habilidades con… los cubiertos y un cóctel de
camarones en el cónclave de 1993 celebrado en Atenas.
Al año siguiente, en Mayo de
1994, el líder laborista no perteneciente al Grupo, John Smith, murió de
forma imprevista aunque oportuna (un infarto) durante una caminata por
la montaña escocesa.
Blair, un izquierdista y
agitador anti europeísta y músico en una banda de rock (Ugly Rumours),
fue elegido para ocupar su lugar sólo ocho semanas después. La prensa
británica se encargó de transformar a un abogado de izquierdas de
extraña mirada fija en una estrella de rock (“de roca”) política.
El momento Obama permitió que se
filtraran a la prensa dominante las perspectivas sobre el Club.
¿Quiénes eran esos irresistibles
y poderosos hombres y mujeres que, con solo el chasquido de sus dedos,
podían hacer temblar el mundo?
Al parecer, sólo honrados
aristócratas con la necesidad imperiosa de reunirse para discutir sobre
los graves conflictos de actualidad, sin causar daño alguno y siempre
con buenas intenciones, afirma John Micklethwhite, un miembro
Bilderberg y jefe editorial de la puritana y mundialista publicación
“The Economist”, en una tranquilizadora editorial publicada en enero del
año pasado.
En una rebuscada entrevista,
pipa en mano, con el sosegado conde Etienne Davignon, – un acaudalado
plutócrata belga, padrino de la UE y príncipe heredero de la dinastía
Bilderberg, quedó al descubierto que se trataba de una familia donde los
peces gordos podían expresarse abiertamente “sin preocuparse de la
repercusión mediática de sus comentarios”.
¿Como en los cables de Reuters,
por ejemplo? “No se preocupe” (“no worries”), como dicen en Australia
cuando se solicita el mas mínimo servicio.
Como hemos indicado
anteriormente, Peter Job, director ejecutivo de Reuters, es un
“invitado” muy respetable, y no es el único entre todos los
intelectualoides y escritorzuelos.
Después de todo, no es sólo de
sentido común dentro de la profesión de Relaciones Públicas que la mejor
técnica, si quieres controlar el mensaje, es invitar a tu enemigo a
cenar en tu propia mesa.
La lista de propietarios de
grupos mediáticos, de redactores jefe y periodistas que ha asistido a
estas reuniones durante años incluye, aparte de a “The Economist” a los
siguientes: “The Washington Post”, “US News and World report”, “The
Observer” (la hermana de The Guardian con sede en Londres), a Conrad
Black, magnate mediático canadiense (antes de su ingreso en la
prisión), al “New York Times”, la “CBS”, “ABC”, “BBC”, a Rupert Murdoch,
al “Wall Street Journal”, “Financial Times”, “Die Zeit”, el “ London
Times” y “Le Figaro”, entre otros.
La conferencia del 2011 en San
Moritz se caracterizó por la presencia de invitados de grupos mediáticos
de Austria, Países Bajos y Finlandia.
“The Economist”, por ejemplo,
suele enviar a dos redactores jefes como periodistas, es decir al
director y el coordinador de la sección política del periódico.
Así descubrimos que el sistema
de información corporativa no es más que una caja de resonancia enorme,
haciéndose eco de las conclusiones y decisiones de los intereses de un
comité formado por una la élite incestuosa y auto-referencial. Según la
famosa frase de Marshall McLuhan, aquí está la prueba fehaciente de que
”el medio es el mensaje”.
Charlie Skelton, un columnista
del londinense “Guardian”, es uno de los excomulgados, no digno de
invitación formal.
Él es el ”punk”, siempre en
desacuerdo y confinado al margen. Es, en definitiva, el tipo que no
duda en lanzar medio ladrillo contra la ventana del director.
He aquí un ejemplo: “Estoy
indignado con el poder doblegado ante la voluntad de unos pocos. He
tenido este poder ante los ojos durante tres días y huele tremendamente
mal. No me importa si el grupo Bilderberg está planeando salvar el
mundo o echarlo en una licuadora y beberse el zumo, no creo que la
política deba llevarse a cabo de esta manera. ”
Bueno saberlo, sólo que
Bilderberg no tiene ni tuvo nunca nada que ver realmente con esa
actividad mundana e inútil denominada política.
Mario Monti, un popular
gladiador dentro del Club y actual gobernante no electo de Italia, ha
declarado siempre que su posición es firmemente contraria al partidismo
político.
Del mismo modo, Charlie Skelton
desvela la incómoda verdad de que el grupo mediático que compra su
trabajo también ha tenido representación en Bilderberg previamente.
Más aun, todos están
perfectamente informados de lo que es Fleet Street (sede de la prensa
británica hasta los años 80., aunque la última agencia de noticias
británica, Reuters, marchaba en 2005) y son conscientes de las estrechos
y sólidos vínculos entre el “Guardian” y los servicios de inteligencia
británicos (y de otros órganos vitales de la prensa británica, como el
grupo Murdoch y la BBC).
Entonces, ¿por qué nuestro
Charlie gasta tanto en atacar a los Bilderberg? Es muy sencillo.
Su profesión es escribir textos
humorísticos. Que sea consciente o no, la verdad es que el viajar de un
lugar a otro en busca de la Caravana Bilderberg le otorga el papel de
bufón de la corte que transforma los asuntos serios en carcajadas.
No obstante, tras la conferencia
que tuvo lugar en la encantadora localidad catalana de Sitges en 2009,
su columna incluía este interesante comentario: “Sería conveniente que
la relación entre los Bilderberg y el mundo fuera más suave- si se
mostrase un lado más amable, en vez del cañón de un arma.”
A mi juicio, se siente el
inconfundible olor del mundo editorial. Lo digo porque estoy seguro de
que, detrás de las comedidas observaciones acerca del Grupo Bilderberg,
hay una estudiada estrategia de marketing, que tiene más que ver
precisamente con la arrogancia, e incluso con la insolencia de engreídas
élites distantes y con afán de exhibicionismo, directivos,
administradores e ideólogos, que con políticos sobornados y obsesionados
consigo mismos.
Esto es precisamente los que
Mario Monti está predicando a los italianos en este momento: Quieras o
no un gobierno mundial, somos uno y tendrás que someterte. Queremos que
nos quieras, incluso aunque estemos forjando las cadenas que acabaran
con todos esas libertades superfluas.
¿UN mundo feliz? Sí, Aldous
Huxley utilizó prácticamente las mismas palabras;
“Y éste –intervino el director
sentenciosamente-, éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar
lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento tiende a esto: lograr
que la gente ame su inevitable destino social”.
El monte Bilderberg extiende su
sombra sobre las instituciones de la UE y de tres de sus estados
miembros: Grecia, España e Italia. Estos tres estados pueden definirse
ahora como colonias Bilderberg. Los Bilderberg están en poder de
Alemania, Reino Unido, Francia, Polonia, Hungría, Dinamarca, Países
Bajos y, entre los estados no miembros, de Suiza.
La montaña sagrada ha controlado
Washington durante años, en alianza con la Comisión Trilateral y el
Consejo de Relaciones Exteriores (además de mencionar a una importante
sucursal, e Instituto American Enterprise).
Ahí se encuentran Wall Street,
la City de Londres y el Banco Central Europeo. El FMI, el Banco Mundial,
el Banco de Pagos Internacionales (BPI), la UNESCO, la ONU y la OTAN.
Y todos unidos marcan el camino
directo del paternalismo mundialista.
El cable publicado por Reuters
en noviembre fue oportuno y significativo porque revelaba hasta qué
punto los grandes medios de comunicación han tenido conocimiento de las
actividades del Grupo Bilderberg y hasta qué punto se han convertido en
sus lacayos durante el último lustro.
Sin embargo nada triunfa tanto
como el éxito y la turbulenta, ingobernable y apasionada Italia está
ahora bajo control del monarca Bilderberg, Mario Monti.
Si creen que menciono
obsesivamente a este caballero, no se lo voy a negar, porque les aviso,
es un modelo para el porvenir.
Monti se presenta ahora como un
baluarte de calma y serenidad en el alborotado, áspero y desordenado
panorama político italiano.
No parece una persona demasiado
cuidadosa, sino más bien alguien perseverante. He aquí el Bilderberg de
rostro humano, el tecno-dictador prometido en toda Europa.
La sobrecogedora perspicacia con
que los mundialistas han conseguido desbancar al gobierno italiano
electo, en plena crisis de la deuda italiana, es una demostración más
del poder que han acumulado en sus manos.
Monti incluso se atrevió a
asegurar que el suyo era “un sólido gobierno sin conflictos de interés”
Si no lo son el Grupo
Bilderberg, ni la Comisión Trilateral, ni Golden Sachs, ¿entonces?
¿Tampoco lo son el que el
director de un corrupto banco italiano albergue expectativas de que
Frankfurt vaya a rescatarle mientras sea ministro?
¿Ni siquiera el que un almirante
responsable de defensa, que un militar a cargo del ejercito esté por
primera vez al mando desde los tiempos de Mussolini?
¿O que quizás la confirmación
de compra efectuada por el nuevo gobierno de 131 cazabombarderos
Lockheed Martin (JSF) por 13 billones de euros se lleve a cabo cuando el
país está supuestamente en bancarrota?
Hasta ahora, los italianos
parecen contentos con lo que hay, sin embargo el tiempo dirá. Por ahora
se encuentran en un estado de shock que ha demostrado que deshacerse del
cretino de Berlusconi era posible.
Como guía para un futuro
incierto sería conveniente mencionar lo que escribió el economista y
filosofo Friedrich August Hayek, autor del “Camino de Servidumbre”,
sobre el tema de las oligarquías; “la probabilidad de que a los que
detentan el poder les desagrade la posesión y el ejercicio del poder es
igual a la probabilidad de que una persona extremadanamente generosa se
convierta en cruel capataz de una plantación esclavista”.
Richard Cottrell
End The Lie
(Traducido para Tlaxcala.org por Ainara Makalilo)
http://sleepwalkings.wordpress.com/2012/01/04/bilderberg-rehabilitado-y-dispuesto-a-dominar-el-mundo/