Relaciones entre las sociedades secretas y los hechos políticos históricos y actuales.
La existencia de sociedades secretas como las masónicas, de las que participaron y de las que participan actualmente personalidades vinculadas al poder, en diferentes países es una realidad histórica comprobada. Esto genera versiones, no tan fácilmente comprobables, que sostienen que el accionar de esas sociedades son las que manejan el destino de la humanidad. Este es el tema de la serie de cuatro documentales, titulada Sociedades secretas: la oscura trama del poder , cuyo primer episodio estrena hoy Infinito, a las 21. La serie, filmada en Inglaterra, Escocia, Alemania y EE.UU., intenta explicar la relación entre las sociedades secretas que funcionan actualmente y la dinámica del poder mundial. El trabajo indaga cuál es el origen de estas sociedades, qué personalidades famosas forman parte de ellas y los secretos que guardan en su funcionamiento, así como la influencia que podrían tener en la práctica política mundial. Hoja de ruta El episodio inicial se llama "Francmasonería: el imperio secreto", y trata de la sociedad secreta que puede ser considerada la madre de todas. El trabajo revela sus orígenes como gremio secreto de constructores en el Medievo, su transformación en sociedad secreta, sus conexiones con sociedades herméticas antiguas, el enfrentamiento con la Iglesia Católica y la participación de varios miembros en importantes episodios históricos desde su creación hasta nuestros días. La producción también muestra la lista de figuras históricas que fueron masones, explica el significado de sus símbolos e intenta acceder a información sobre sus rituales secretos cuya revelación es castigada con la tortura y la muerte para el miembro infidente, y muestra finalmente una ceremonia de iniciación de la sociedad. El segundo episodio, que se verá el domingo próximo y se repite el viernes 15, se llama "Un nuevo orden mundial: los Illuminati de Baviera". Trata sobre una misteriosa sociedad formada con el objetivo de acabar con el orden mundial y establecer uno nuevo sin propiedad privada ni religiones, bajo el mando de un solo hombre. Los illuminati se infiltraron en la francmasonería, pero fueron descubiertos y supuestamente desarticulados en el siglo XVIII. El documental, además de explicar cómo fue fundada la organización por Adam Weishaupt, revela las características y rastrea y detecta la existencia de resabios de aquella orden que tiene actividad aún hoy. El tercer episodio, que se estrenará el domingo 17 y se repetirá el viernes 22, se llama "Estados masónicos de América" y pone la mira en un detalle no muy conocido: el que casi la mitad de los padres fundadores de los Estados Unidos como nación eran francmasones. Gran parte de los jueces supremos, congresistas, ministros y grandes industriales y empresarios de ese país pertenecieron o pertenecen a esa orden. Los símbolos masónicos pueden apreciarse en sus construcciones gubernamentales, en su moneda corriente y hasta en su sello oficial. De esto, el documental revela que la democracia más grande del mundo podría estar construida íntegramente sobre ideales secretos y pactos que ni sus propios ciudadanos conocen. Finalmente, el domingo 24, con repetición el viernes 29, se verá "Más fuertes que nunca: Skull & Bones, el grupo Bilderberg y el CFR", un trabajo sobre las tres organizaciones secretas que funcionan en nuestros días en la que se concentra la mayor cantidad de figuras públicas y privadas relevantes en el poder mundial. La insólita fraternidad Skull & Bones cuenta entre sus hermanos, entre otros, a los dos contendientes -y supuestos contrincantes- a presidente de los EE.UU. en 2004 (George W. Bush y John F. Kerry) y a varios miembros en los puestos clave del gobierno norteamericano. El misterioso grupo Bilderberg es un club de ricos e influyentes que se reúne anualmente en el más absoluto secreto, para debatir la agenda política y económica mundial y el Council of Foreign Relations, organización a la que se acusa de querer privatizar el poder mundial. Una realidad que no deja de inquietar. Ricardo Marín