El nombre de este selecto club ha saltado estos días a la palestra en algunos medios independientes, con motivo de la presencia del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a la última reunión celebrada en el lujoso complejo hotelero Astir Palace sito en Vouliagmení, a unos 20 kilómetros al sur de Atenas. Allí, una inmensa estatua de Lucifer, preside la entrada al hotel y, como en cada reunión anual, las medidas de seguridad, son excepcionales. Miembros de los servicios secretos de veinte países, helicópteros policiales, patrulleras de la marina griega, antidisturbios y ejército, se encargan de velar por la seguridad de los participantes y, en la medida de lo posible, salvaguardar la identidad de los concurrentes. Las fotografías están terminantemente prohibidas y, los pocos clientes registrados en el complejo, son cacheados y escrutados exhaustivamente e, incluso, ven como sus cámaras son requisadas. No se permite que los medios de comunicación se acrediten y, el personal del hotel, es obligado a firmar un acuerdo de confidencialidad. Este año, uno de los temas estrella a tratar por los “Bilderbergers” es la crisis mundial, y uno se pregunta, ¿para hablar de algo que está en boca de todos, es necesario este secretismo? Y es que el Club Bilderberg, desde su creación, presenta más sombras que luces.
El nombre de Bilderberg procede de la primera reunión realizada en 1954 en las instalaciones del hotel del mismo nombre, sito en la localidad holandesa de Oosterbeek. Los días 29 y 30 de mayo de ese año, se llevó a cabo la reunión, promovida por el emigrante judío- polaco y consejero político Joseph Retinger, e impulsada por el príncipe Bernardo de Holanda y el primer ministro belga Paul Van Zeeland. El tema a tratar fue el creciente antiamericanismo en la Europa Occidental y se procuró invitar a dos miembros por país, que por su ideología, pudieran ofrecer su punto de vista al respecto, desde la óptica liberal y desde la conservadora. Se consideró que la iniciativa había adquirido tal éxito que, desde entonces, se optó por celebrar una conferencia anual.
Que algunas de las personas más influyentes del mundo se reúnan para analizar los problemas que aquejan al orbe, no pasaría de ser algo corriente, si no fuera por el revestimiento de secretismo que acaece en cada ocasión que se juntan para debatir. Los carruseles de limusinas con las lunas tintadas, el oscurantismo en torno a las identidades de los invitados, y las fortísimas medidas de seguridad, mueven a la gente hacia la desconfianza. La propia estratificación jerárquica del club, en forma de anillos concéntricos alrededor de la dirección del grupo, llamada “Comité Timón” (Steering Comitee), se parece en demasía, a la organización de las logias masónicas. Este Comité Timón, integrado por 39 miembros, no se designa por elección de todos los miembros, sino que, cuando alguien fallece (único motivo para abandonar la dirección), el nuevo integrante del comité, es designado a dedo por el miembro que ostente la cabeza de la organización, en ese momento. Por cierto, el número 39, es múltiplo de trece, cifra masónica por antonomasia, y que se repite con constancia, a lo largo de esos anillos concéntricos (hasta 13), que conforman la estratificación organizativa. El hermanamiento con sociedades Rosacruz y la vinculación con una nueva corriente de los Illuminati, aumentan el resquemor de la gente.
Algunos autores, como el escritor norteamericano Daniel Estulin, dicen haber tenido acceso al ideario de los Bilderbergers. Este escritor, en su libro “La verdadera historia del Club Bilderberg”, desgrana una a una las intenciones futuras del grupo, mostrando un nuevo orden mundial, nada halagüeño, en especial para las clases medias. Según su exposición, estas serían las intenciones del club frente al mundo:
Un sólo gobierno planetario, con un único mercado globalizado, con un sólo ejército y una única moneda, regulada por un Banco Mundial.
Una Iglesia universal, que canalice a la gente hacia los deseos del Nuevo Orden Mundial. El resto de las religiones serán destruidas.
Unos servicios internacionales que completarán la destrucción de cualquier identidad nacional a través de su subversión desde el interior. Sólo se permitirá que florezcan los valores universales.
El control de toda la humanidad a través de medios de manipulación mental. Este plan está descrito en el libro Technotronic Era (Era Tecnotrónica), de Zbigniew Brzezinski, miembro del Club. En el Nuevo Orden Mundial no habrá clase media; sólo sirvientes y gobernantes.
Una sociedad post industrial de “crecimiento cero”, que acabará con la industrialización y la producción de energía eléctrica nuclear (excepto para las industrias de los ordenadores y servicios). Las industrias canadienses y estadounidenses que queden serán exportadas a países pobres como Bolivia, Perú, Ecuador, Nicaragua, etc., en los que existe mano de obra barata. Se hará realidad, entonces, uno de los principales objetivos del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América de Norte).
El crecimiento cero es necesario para destruir los vestigios de prosperidad y dividir a la sociedad en propietarios y esclavos. Cuando hay prosperidad, hay progreso, lo cual hace mucho más difícil la represión.
Cabe incluir en ello la despoblación de las grandes ciudades, según el experimento llevado a cabo en Camboya por Pol Pot. Los planes genocidas de Pot fueron diseñados en Estados Unidos por una de las instituciones hermanas de Bilderberg, el Club de Roma..
La muerte de cuatro mil millones de personas, a las que Henry Kissinger y David Rockefeller llaman bromeando “estómagos inservibles”, por medio de las guerras, el hambre y las enfermedades. Esto sucederá hacia el año 2050. “De los dos mil millones de personas restantes, 500 millones pertenecerán a las razas china y japonesa, que se salvarán gracias a su característica capacidad para obedecer a la autoridad”, es lo que afirma John Coleman en su libro Conspirators’ Hierarchy: The Story of the Committee of 300. El doctor Coleman es un funcionario de inteligencia retirado que descubrió un informe encargado por el Comité de los 300 a Cyrus Vance “sobre cómo llevar a cabo el genocidio”. Según la investigación de Coleman, el informe fue titulado “Global 2000 Report”, “aprobado por el presidente Carter, en nombre del Gobierno de Estados Unidos y refrendado por Edwin Muskie, secretario de Estado”. Según este informe, “la población de Estados Unidos se verá reducida a 100 millones hacia el año 2050″.
Crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional. Confundirán y desmoralizarán a la población para evitar que decidan su propio destino, hasta el extremo de que la gente “tendrá demasiadas posibilidades de elección, lo que dará lugar a una gran apatía a escala masiva”.
Un férreo control sobre la educación con el propósito de destruirla. Una de las razones de la existencia de la UE (y la futura Unión Americana y Asiática) es el control de la educación para “aborregar” a la gente. Aunque nos resulte increíble, estos esfuerzos ya están dando “buenos frutos”. La juventud de hoy ignora por completo la Historia, las libertades individuales y el significado del mismo concepto de libertad. Para los globalizadores es mucho más fácil luchar contra unos oponentes sin principios.
El control de la política externa e interna de Estados Unidos (cosa ya conseguida a través del Gobierno de Bush), Canadá (controlada por Inglaterra) y Europa (a través de la Unión Europea).
Una ONU más poderosa que se convierta, finalmente, en un Gobierno Mundial. Una de las medidas que conducirán a ello es la creación del impuesto directo sobre el “ciudadano mundial”.
La expansión del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América de Norte) por todo el hemisferio occidental como preludio de la creación de una Unión Americana similar a la Unión Europea.
Una Corte Internacional de Justicia con un sólo sistema legal.
Un estado del bienestar socialista donde se recompensará a los esclavos obedientes y se exterminará a los inconformistas.
Desde luego, de ser cierto, no es precisamente un ideario como para mantenernos muy tranquilos. Tranquilidad que aún se ve más alterada, al comprobar algunos de los nombres que componen ó han compuesto, el llamado Club Bilderberg. Entre los miembros más activos, aparte de los ya citados Henry Kissinger, Bernardo de Holanda y David Rockefeller, nos encontramos con: Donald Rumsfeld, Alan Greenspan, Hugh Heffner, Rupert Murdoch, Ted Turner, George Soros, Kofi Annan, Bill Clinton, Serge D´Assault, Renato Ruggiero, Giovanni Agnelli, Romano Prodi, Tony Blair, Valery Giscard D´Estaing, Paul Wolfowitz, Lord Peter Carrington, Anna Lindh, Klaus Schwab, Jose M. Durao Barroso, Richard Perle, la familia Wallenberg, Paul Bremer, Irene de Grecia ó La Reina Sofía. Sí, porque, también hay españoles fijos en las reuniones Bilderberg, amén de los invitados anualmente. La Reina Sofía ha estado, al menos, diez veces en los últimos años y, con ella tampoco han faltado, Juan Luis Cebrián, Bernardino León y Matías Rodríguez Inciarte (vicepresidente del Banco Santander). La excusa de Su Majestad para asistir a las reuniones Bilderberg, es su fundación de ayuda a los desfavorecidos, en la que colabora con un millonario llamado Muhammed Yunus, que también se integra en la organización, desarrollando un proyecto de microcréditos a bajo interés, para gente de zonas pobres. No parece que Bilderberg, sea el foro más apropiado para el tratamiento de este tema, lo que enciende las alarmas sobre el verdadero motivo de su presencia. Como se puede ver por la nómina de integrantes, poder político, económico, banca, judicatura y medios de comunicación, están absolutamente representados en el club. Si no hay nada que ocultar, ¿por qué resulta tan complicado saber quiénes integran la estructura? Más curioso resulta aún, ver cómo aquellos que se integran en el grupo, ven sus carreras despegar meteóricamente. Tony Blair, accede al club en 1993 y, a los pocos meses, pasa de ser un semidesconocido a convertirse en el líder del Partido Laborista. Y no es único su caso. Kofi Annan, tras su acceso al grupo, casó a su hijo con una de las herederas de la poderosa familia sueca Wallenberg. Poco después, alcanzó la dirección de la ONU, no siendo uno de los favoritos en las quinielas. Podríamos seguir mucho más con los sorprendentes accesos a posiciones privilegiadas, pues ejemplos hay a mansalva.
Empresas como France Telecom, la Banca Morgan, Coca Cola, The Wall Street Journal, Danone, AOL Time Warner, Chase Manhatan Bank, Bundesbank, Banco Mundial, UNILEVER, Wolkswagen, Royal Ducht Shell, PepsiCo, Daimler Crysler AG, Citibank, etc., también están representadas por Bilderbergers habituales. Algo extraño se cuece en esas reuniones. ¿Llegaremos alguna vez a saberlo ó nos enteraremos cuándo sea demasiado tarde? ¿Marcarán Bilderberg y la Trilateral el nuevo orden mundial?
Antonio Ramírez